domingo, 12 de noviembre de 2023

Lo que no quieras para ti

El Tribunal Superior de Galicia paraliza la explotación de la única mina de coltán de Europa en Viana do Bolo (Ourense) era un titular que nos encontrábamos hace menos de un mes, lo cual debería de llenar de alegría a toda las personas que se preocupan por el medio ambiente y un planeta saludable... pero, en el punto y momento al que hemos llegado la cosa es mucho más complicada.

La mina en cuestión es la única en el suelo de Europa, un continente que, como en general el mundo desarrollado y el que está desarrollándose, necesita un flujo continuo y creciente de minerales como el coltán y muchos otros. Sin entrar al detalle de los males que esa explotación minera ha provocado y provocaría en la comarca gallega en cuestión son, seguramente, parecidos o inferiores a los que provoca cualquier otra actividad minera en cualquier otra parte del mundo. En los últimos años la población de muchas regiones de España, como es completamente comprensible, se ha opuesto con uñas y dientes a actividades mineras o industriales que, aunque nos abastecerían de recursos y energía, podían causar gravísimos daños al lugar en el que vivimos y a nuestra propia salud (La Mancha es un buen ejemplo que conozco, con su oposición al cementerio nuclear, el fracking y la explotación de tierras raras, pero esto afecta cualquier lugar de España). Salvo casos aislados, nunca ha habido ninguna objeción efectiva a seguir consumiendo todo lo que podía salir de esas actividades mientras provengan de otros lugares que ni conocemos ni queremos conocer.

Sin ir más lejos, el denostado fracking que nadie quiere en su territorio lleva calentándonos más de un año tras la crisis de hidrocarburos por la guerra de Ucrania y la plena disposición de Estados Unidos a vender a la "pobre" Europa el gas de sus innumerables explotaciones de gas de esquisto. Pero nuestro día a día sigue siendo posible gracias a un sinfín de materias primas, que cada vez consumimos más, que provienen de países en los que su extracción garantiza a sus territorios y a las personas que lo habitan destrucción de hábitats y biodiversidad, contaminación de aire, suelo y agua y graves riesgos para la salud.

Lugares como el Congo van quedando huecos, con descomunales minas a cielo abierto que quedarán así -tras su deforestación- por los siglos de los siglos, mientras sus aguas correrán envenenadas y cientos de miles de sus habitantes guardarán en su organismo restos de cobalto, uranio u otros componentes que escondía la tierra y ahora consumimos en el Primer Mundo. En países así no hay tribunales que paralicen nada, ni estudios previos ni medidas sanitarias.

Los angloparlantes dicen el equivalente a "no en mi patio trasero", aquí podríamos utilizar el refrán "lo que no quieras para ti, no lo quieras para nadie" pero la realidad es la misma: no podemos permitir riesgos para nosotros y los nuestros, para nuestra tierra y nuestro futuro para obtener recursos que utilizamos corrientemente, muchas veces sin medida, y que son la base de una manera de vivir... pero no hacemos ningún esfuerzo porque esa manera de vivir cambie a otra en la que nadie tenga que sufrir ni por su bien ni, sobre todo, por el de otro.

Pero, como decía, estamos en un tiempo y en un lugar. Consumir lo que tienen o producen en África u Oriente ya no basta, o depender de ello nos pone en un brete que puede hacer colapsar nuestra sociedades -la guerra de Ucrania nos lo ha dejado meridianamente claro- o ponernos de rodillas. Dejar en su sitio nuestros recursos era hasta ahora un lujo que nos podíamos permitir pero pasó ese tiempo y ahora sólo quedan dos opciones, queramos o no, por muy dolorosas que éstas sean, por mucho que nos enfrenten a una terrible contradicción: o cambiamos la manera de hacer y vivir -un vuelco radical con muchísimas consecuencias, que nadie lo dude- o sacrificamos gran parte de nuestra naturaleza, medio ambiente, campiñas, bosques, ríos y mares y hasta parte de nuestra salud. Quien no quiera verlo así, esté en el lado que esté... lo acabará viendo muy pronto.

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