martes, 11 de septiembre de 2018

Apuntes para un libro vivo. Los tres "más" de las garrapatas

Al principio del verano se advertía del riesgo de una plaga de garrapatas debido a las abundantes lluvias primaverales, gracias a las cuales habría mucha más maleza en el campo y las zonas rurales.
Pero más allá de ese hecho puntual, lo cierto es que el constante aumento de las temperaturas ha facilitado la existencia a las garrapatas. Por otra parte, aunque tradicionalmente las garrapatas se han relacionado con otros animales, principalmente perros, a los que podían transmitir enfermedades, ya se ha asumido, por la trágica evidencia, que los seres humanos también podemos recibir picaduras de las garrapatas y sufrir las enfermedades que transmiten.

SUPERVIVIENTES NATAS
Como todo parásito que se precie, las garrapatas saben sobrevivir a las peores situaciones
adaptándose al medio, resistiendo a éste y reproduciéndose con gran facilidad.  Si bien las garrapatas se desarrollan más deprisa con temperaturas altas y humedad, pueden vivir, aunque inmóviles, con temperaturas muy bajas e, incluso, activarse a partir de los 4 grados centígrados  y, en sus diversos estados, puede vivir sin alimentarse entre 8 y 19 meses
Aunque necesitan diferentes espacios para su desarrollo, la más común entre nuestros perros se ha adaptado a las casas, donde puede realizar todo su ciclo vital. Y como guinda al perfil de parásito perfecto,  las hembras, que en una semana pueden cuadruplicar su tamaño y multiplicar por 100 su peso, suelen poner entre 3.000 y 4.000 huevos

LOS RIESGOS PARA LOS SERES HUMANOS
Aunque no todas las garrapatas transmiten enfermedades, las que lo hacen nos pueden amargar seriamente la vida. Sólo superadas por los mosquitos como principal vector de enfermedades en nuestro país, bien por virus o bacterias, nos pueden transmitir con su picadura la enfermedad de
Lymela fiebre exantemática mediterránea y el Debonel/Tibola. Aunque es menos frecuente, al ser la causante una garrapata que no es autóctona de nuestro país, últimamente se ha hecho conocida otra enfermedad producida por su picadura y a consecuencia de la que han muerto varias personas, la fiebre hemorrágica Crimea-Congo

LOS TRES "MÁS" DE LAS GARRAPATAS
Cada vez hay más garrapatas y su evidencia es que cada vez hay más personas afectadas por las enfermedades que transmiten: un 300% más en los últimos 20 años.
También hay más especies como es buen ejemplo las muertes por fiebre hemorrágica Crimea-Congo, causadas por garrapatas de caparazón duro, cuando las autóctonas son del tipo blando. La globalización del transporte de personas, animales y mercancías nos trae nuevas especies invasoras, muchas veces de lugares más cálidos, que tienen más fácil su adaptación al nuevo clima que estamos creando. 
Por último, cada vez permanecen más tiempo activas. Los propios veterinarios ya han alertado de garrapatas que más allá de su tradicional período de actividad durante el verano, se encuentran activas todo el año, recomendando que la desparasitación externa -collares, pipetas, etc.- que hasta hace unos años se utilizaba desde que las temperaturas superaban los 20 grados centígrados hasta el final del verano, se prolongue todo el año.

EL CAMBIO CLIMÁTICO EN EL MEOLLO
Indudablemente el cambio climático que está aumentando las temperaturas en nuestro país como en otros lugares es fundamental para esos "más" de las garrapatas, con veranos que empiezan en primavera y acaban entrado el otoño e inviernos suaves con pocas heladas. Esta climatología, más benigna para estos artrópodos, las hace permanecer más tiempo activas, facilita su ciclo vital -desde larvas a ninfas y hasta adultas- y favorece la puesta y eclosión de sus huevos. 

Y CUIDADO CON LOS REMEDIOS
Los insecticidas, lógicamente, son el principal arma contra las garrapatas toda vez que resulta impensable un cambio climatológico en sentido contrario. Pero, como de costumbre, no todo vale a la hora de luchar contra el enemigo, sobre todo cuando alguna de esas armas puede tener consecuencias para el medio ambiente y afectarnos gravemente. Los muy utilizados collares antiparásitos para perros, que los protegen, entre otras plagas, de las picaduras de las garrapatas, contienen imidacloprid, uno de los tres neonicotinoides relacionados con la desaparición de abejas, prohibido desde abril, junto a los otros dos, para uso en espacios abiertos en la Unión Europea.   


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