Podemos tener la impresión de que algo se mueve a nivel de instituciones y multinacionales -vaya, los que mandan porque les cedemos ese poder-, en cuanto a la protección del medio ambiente. Parece que tras años y años de hacer oídos sordos a los locos ecologistas, a los científicos, a la evidencia, las mentes preclaras de nuestro planeta se han empezado a dar cuenta de las graves consecuencias que se sufren y se sufrirán por atacar de continuo al lugar que nos sustenta...
Hasta ahí bien; la realidad sabemos que es muy distinta, que los grandes pasos de los grandes acuerdos -esos de los que razonablemente conviene desconfiar siempre- se quedan en pasitos que reciben múltiples zancadillas cuando el árbitro no mira. Y esto es gravísimo.
Pero para complicar más la escena, para casi anular lo poco que se hace, el pueblo soberano parece empeñado últimamente en dar el poder, con todas las de la Ley, además, a individuos ignorantes en lo que se refiere al medio ambiente, de nula capacidad para afrontar los problemas que enfrentamos en este sentido -por no hablar de muchos otros- y meras marionetas de los grandes poderes económicos que, aunque metiendo sus manos en la "transición ecológica", defienden, literalmente, a muerte
la explotación a saco del planeta para su mero, inmediato e ilimitado beneficio.
Cuando éso ocurre en grandes países, con enorme peso político y, sobre todo, gran capacidad de emitir CO2 o destruir la naturaleza, no es una frase hecha lo de "ponerse a temblar".
Primero fue Trump, elegido democráticamente para dirigir el país más contaminante y derrochador de recursos naturales que existe. Por si era poco, otro de los gigantes mundiales, Brasil, acaba de elegir como presidente a un racista, machista, homófobo y un largo etcétera de calificativos que jamás deben recaer en una persona, menos aún en alguien con tanto poder, que no se corta en absoluto en manifestar sus intenciones contra la naturaleza y los pueblos que la habitan; Jair Bolsonaro.
Lo que millones de personas pueden conseguir a lo largo de los años con un inmenso esfuerzo, puede acabar en el retrete con unas cuantas decisiones de individuos que, al menos medioambientalmente hablando, no saben hacer la O con el culo de un vaso. Que lleguen a donde están tras unas elecciones lo convierte todo en mucho más desesperanzador.
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