Con todo ello debería ser una excelente noticia que en España, si tener que irse a ningún sitio ni importar materias primas, haya un yacimiento de litio. Concretamente en la Sierra de la Mosca, en Cáceres. 9.000 hectáreas de explotaciones mineras que están en proceso de autorización...
Pero claro, resulta que este yacimiento está a tres kilómetros del centro histórico de la ciudad, Patrimonio de la Humanidad para la UNESCO; a mucho menos de otros centros cívicos de la ciudad. Y surge el problema que ha surgido y surgirá ante esta necesidad de recursos naturales para mantener o "transformar" nuestra sociedad de consumo, para que, en principio, sigamos haciendo lo mismo dañando menos el medio ambiente que ocupamos.
Nos enfrentamos así a una contradicción que, en principio, resolvemos fácilmente: si logramos que "se lleven la mina", no nos volveremos a preocupar por lo que cuesta a otras gentes y lugares que sigamos utilizando esos minerales. Si no, cederemos o seguiremos luchando. Todo ello, por supuesto, no evitará que sigan sobre nosotros los problemas de fondo: la degradación del medio ambiente en el que nos va la existencia y que está directamente relacionada con la manera en que vivimos y hacemos las cosas... y a la que parecemos no querer renunciar de ninguna de las maneras.