domingo, 18 de julio de 2021

Seguimos sin saber lo que es un río. Ni aquí ni en Alemania

Las catastróficas lluvias en Alemania, Bélgica y los Países Bajos nos están deparando impresionantes imágenes de las consecuencias pero hay una, que se puede relacionar con las causas, que casi ha pasado desapercibida y que debería pervivir en nuestra retina más que las espectacularidad de algo tan terrible.

La señalaba, entre otros, el científico del CSIC, Fernando Valladares y a mí, particularmente, me hacía pensar en un experto en ríos y sus desastres -sobre todo en prevenirlos- como es Alfredo Ollero. La imagen -adjunta- en cuestión muestra cómo la acumulación de agua ha descubierto claramente la zona inundable de un río alemán, por dónde van sus meandros, etc. y resulta que... toda esa zona de inundación está urbanizada por viviendas que, tras las lluvias, han desaparecido bajo el agua o han quedado completamente inundadas, sólo salvándose dos colinas, éstas deshabitadas.

Parece que al igual que aquí, en Alemania hay lugares donde no saben o han olvidado lo que es un río que, hay que recordarlo, no es sólo el cauce por donde circula el agua, sino las riberas y la llanura inundable. Que aunque nunca hayamos visto esas riberas o esa llanura con agua -"en la vida ha llegado el agua hasta ahí"- en cualquier momento el río puede ocuparlas si el caudal lo precisa.

Aquí, no sé si en Alemania también, no sólo ignoramos lo que es un río y construimos por todas partes -50.000 viviendas están construidas en zona de riesgo; también construimos carreteras o rotondas por donde naturalmente pasan o se acumulan las aguas en determinados momentos o encajonamos ríos a su paso por ciudades o zonas industriales. Y el resultado es espantoso, como estamos viendo ahora en Alemania, vemos con frecuencia en nuestro país u ocurrió en su día con la tragedia del camping de Biescas -situado en el cono de deyección de un torrente y donde murieron 87 personas-, por citar un ejemplo conocido.

En definitiva, con estas lluvias hemos vuelto a comprobar, por enésima vez, que enfrentarnos o ignorar a la naturaleza es desastroso para nosotros y que cuando las consecuencias llegan todo nuestro poder y tecnología no pueden superarlo. Pero seguimos haciéndolo y sólo escarmentamos, en parte, cuando las heridas llegan a ser tan grandes.

Para terminar me permito enlazar un artículo propio, de hace años, pero por la información que contiene en referencia a la Guía  publicada en su día por el profesor de Geografía Física, Alfredo Ollero Ojeda, donde daba las claves para convivir pacíficamente con los ríos y que no ocurran cosas como las citadas.

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