domingo, 15 de agosto de 2021

Las grandes empresas se adueñan de la defensa del medio ambiente

Cualquiera que vea un poco la televisión conocerá un anuncio sobre medio ambiente distinto, atrevido. Niños, niñas y jóvenes que miran directamente a la cara, que piden medidas contundentes e inmediatas, que echan en cara el desinterés por la crisis climática y la degradación del planeta. Todo con una bella factura y excelentes imágenes. ¿Quién está detrás: ¿Greenpeace, la ONU, el IPCC? No: The Climate Pledge que, de momento, ha conseguido que 114 empresas -seis más que en el anuncio; esto funciona-  acepten el reto de hacer algo de una vez para no colapsar el planeta...

En el mismo anuncio aparece claramente uno de los dos cofundadores de esta asociación que pretende una emisión neta nula de carbono para 2040... Amazon. Recordemos, por si hace falta, que el negocio básico de una de las empresas más poderosas del mundo y que han convertido a su dueño en uno de los hombres más ricos no sería posible sin dañar sistemáticamente el medio ambiente y el planeta. Vender cualquier cosa y llevarla a cualquier lugar del mundo en muy poco tiempo implica continuos, enormes y masivos desplazamientos, una producción incesante de productos y consumo de materias primas y un derroche sistemático de esos productos -para tener de todo en cualquier momento hace falta un altísimo stock que sólo es rentable si lo que sobra se tira después. Más allá del daño que produce Amazon al planeta está que, simplemente, no podría existir como tal sin causar ese daño.

Vamos a otro anuncio sonrojante e insidioso. Con motivo de los recientes JJ.OO. Iberdrola -por cierto, una de esas empresas que se está enriqueciendo con los altísimos precios de la electricidad que sufrimos estas semanas- se jactaba en él de estar abriendo el camino de la igualdad en el deporte... ¡como ya había abierto el camino de las energías renovables! (¿Por qué será que Greenpeace se refiere a esta multinacional como "Ibertrola"?)

Iberdrola ha "tirado" para su producción de lo que ha hecho falta y ha invertido en "renovables" cuando, de una u otra manera, le ha sido rentable. En 2019 sólo el 37% de la electricidad que facturaba era de origen renovable mientras  una cuarta parte procedía de la utilización del gas y un 22% de la energía nuclear. En 2017 solicitó cerrar sus dos últimas centrales de carbón.

Son dos ejemplos de que las grandes empresas se están adueñando del mensaje medioambiental y de la "salvación" del planeta, pese a que sean responsables de gran parte de su destrucción. Y no hablo aquí de greenwashing, consistente en gastar un poco de dinero en aparentar que una empresa -o institución- se preocupa por el cambio climático, la deforestación y esas cosas para tapar sus vergüenzas medioambientales y ser simpático ante el posible consumidor crítico.

Lo que ahora está ocurriendo -y se sabría que ocurriría- es que estas empresas están empezando a utilizar parte de sus inmensos recursos para tapar todo mensaje distinto a sus intereses -todas las alternativas ecologistas, gubernamentales, científicas, etc.- y poder decir qué está mal -aunque tengan mucha culpa de ello- y, sobre todo, cómo hay que arreglarlo, de manera qué siempre se opte por "soluciones" que les harán ganar más dinero y ocultarán otras consecuencias negativas para el planeta y quienes lo habitamos.

Sólo falta ponerle nombre.


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