martes, 9 de octubre de 2018

Apuntes para un libro vivo. Menos aves en el cielo

El hecho de que cada vez haya menos pájaros, menos aves en el cielo, en las ramas de los árboles, es evidente al ojo humano y está constatado en cifras como las que sobre el particular aparecían en mi libro.
Si estos "apuntes" buscan una actualización permanente de los datos que ofrecía en mi publicación, en este caso se hace más necesaria aún por las continuas informaciones que demuestran que el declive camina sin frenos.

Gracias a la SEO -la Sociedad Española de Ornitología- podemos estar al día y, a veces, a la hora de una de las más tristes evidencias de lo mal que caminamos, dando pasos, quizás, hacia una primavera silenciosa.

Se puede decir que no dejamos a ningún ser vivo en paz, salvo cuando acabamos con él. 
Por diferentes motivos, y pese a ser una práctica perseguida, son muchas las aves que tras largas travesías no encuentran el lugar del que partieron o pierden sus crías por la destrucción de sus nidos. Buen ejemplo es el aguilucho cenizo, que construye sus nidos en el suelo, en terrenos de cereal.  
La caza no es sólo mortal para las aves directamente sino también mediante la toxicidad de las miles de toneladas de plomo de los cartuchos que queda en el suelo -y también en los humedales- y que puede acabar envenenando -y de hecho lo hace- a cientos de miles de aves.
Si de envenenamiento hablamos no deja de sorprender que el diclofenaco, un medicamento veterinario que a través del ganado entra en el organismo de los buitres y acaba con ellos, se pueda seguir usando, tras la renovación de su autorización, pese a las terribles consecuencias que ha tenido para este animal en otros lugares del mundo.
Todas esas causas de la disminución de aves en nuestro país -cambio del medio agrario, toxicidad, destrucción de nidos- se unen en el caso de la lechuza, "ave del año", lo que no evita que, tras un repunte en 2014 y 2015, haya continuado en picado su declive pese, también, a estar protegida.

Fuente: www.seo.org/

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