No pierdo ocasión, las pocas veces que puedo -una presentación del libro, una entrevista- de repetir que no hay que fiarse de las grandes cumbres climáticas, de sus grandes acuerdos y de las celebraciones de mandatarios encantados de salvar al mundo.
Son muchos años y muchas cumbres y muchos acuerdos inconcretos que se dejan para la siguiente cumbre -y así hasta el infinito- y acuerdos concretos que se diluyen, incumplen o retrasan.
La reflexión suele ser la misma: sí, son necesarias leyes, acuerdos internacionales... pero no podemos fiarlo todo a ello, ni mucho menos, si no empujar continuamente a quien tiene que tomar las decisiones para que no se duerman y supervisar cada uno de sus movimientos para que no nos den gato por liebre.
El 1 de abril los gobiernos de la Unión Europea tenían que presentar ante ésta sus planes contra la contaminación atmosférica, esa "nimiedad" para muchos que acaba con la vida de cientos de miles de personas en Europa... Nuestro país aún anda con los trámites -el 9 de abril salió a información pública y se pueden presentar alegaciones hasta el 10 de mayo...- Aquí se le echa la culpa a la completa pasividad al respecto del anterior gobierno...
¿Será cierto? Porque de 28 países sólo 13 han cumplido el plazo.
Cientos de miles de muertes...
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