Como citaba en el libro, cuesta explicar a la gente que los recursos pesqueros están cercanos al agotamiento cuando si pasas a una pescadería o a una gran superficie las vas a ver abarrotadas de todo tipo de peces -aunque algunos no sean los que dicen ser-.
Y la segunda parte, cuando lo explicas y lo entienden, puede ser tomar la salida de "si en el mar no quedan, los criamos, ¿qué problema hay?"
Así está siendo, y a nivel mundial se come más pescado de piscifactoría que del mar... pero, ya deberíamos tenerlo claro, aquí no hay nada gratis y todo acaba teniendo consecuencias y, en el peor de los casos, creando nuevos problemas.

Todo parásito, no hace falta decirlo, lo tiene mucho más fácil si sus presas... están apresadas, confinadas, amontonadas en espacio reducidos -aunque éstos sean líquidos. Y aquí se inicia la rueda destructiva: tratamientos químicos, costosos, que contaminan el medio natural, que, incluso, acaban con parte de quienes quieren proteger -entre el 10 y el 15% de los salmones, en este caso.
Siempre nos queda buscar alternativas a la química... y a ver qué pasa. Siempre, también, nos lo complica todo las aguas cada vez más calientes... el cambio climático, ya sabemos.
Al final, las vías de escape no son tales o no son como las cuentan... y el cerco se va estrechando en nuestras huidas hacia delante.
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