Con la que está cayendo y en Estado de Alarma desde anoche, confinadas en nuestras casas, salvo para trabajar y comprar, parece que, no lo más, sino lo único importante ahora, es la pandemia de COVID-19, y que resulta hasta indecente escribir sobre otras cosas. Pero, sin dejar lo uno, es el momento -luego ni nos acordaremos- de recordar otros asuntos.
Lo dicho, anoche el gobierno decretó el Estado de Alarma ante la emergencia sanitaria, económica y social... pero, ¿a que ya no nos acordamos de que ese mismo gobierno, hace muy poco, el 21 de enero, declaró la Emergencia Climática y Ambiental "en respuesta al consenso
generalizado de la comunidad científica, que reclama acción urgente para
salvaguardar el medio ambiente, la salud y la seguridad de la ciudadanía"?
Escuchemos ahora a miembros de ese gobierno:
1-“El ministerio (de Sanidad), por
descontado, no va a dejar de tomar ninguna decisión ni de emitir ninguna
recomendación, que tenga por conveniente emitir, con el único objetivo de la
protección de la salud pública, cueste lo que cueste, o beneficie o perjudique
a quien beneficie o a quien perjudique”
2-“Mi gratitud por su compresión
ante estas decisiones que se dirigen a combatir una emergencia que amenaza la
salud y el bienestar de todos y que no atiende a fronteras internas ni
externas”
Contundentes y necesarias frases, perfectamente relacionadas con la crisis por el cambio climático y la degradación medioambiental, ¿no es cierto?
Pero no tienen ninguna relación con esos problemas medioambientales y planetarios, aunque los describen perfectamente. La 1, la dijo Salvador Illa, actual ministro de Sanidad, el pasado martes 10. La 2, la dijo Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, el pasado jueves 12. Ambas, claro, referidas a la actual pandemia de coronavirus que sufre el mundo y nuestro país.
Se supone que cuando se declara una emergencia, como la que ahora vivimos, es para tomar medidas inmediatas y contundentes, como está ocurriendo estos días -sin entrar, desde luego, en si son las correctas o no- pero en el caso de la pomposa Emergencia climática, todo se limitó a que "el Ejecutivo se compromete a desarrollar 30 líneas de acción, cinco de ellas en los 100 primeros días, para hacer frente a la crisis climática y aprovechar los beneficios sociales y económicos que ofrece la
transición ecológica", todo sin demasiadas prisas y con completa ambigüedad, pese a que el Decreto reconocía que "El Gobierno muestra así el compromiso y la prioridad otorgada
a esta agenda en un contexto de grandes riesgos económicos y sociales por los
impactos del cambio climático, como acaba de reconocer el informe anual del
Foro de Davos o la Comisión Europea"
La pandemia de coronavirus tiene consecuencias imprevisibles, sin duda, y, en el momento de escribir ésto, ha causado la muerte de unas doscientas personas en nuestro país, si bien empieza a controlarse donde se inició y se atisban vacunas y remedios. La degradación medioambiental y el cambio climático tiene consecuencias imprevisibles, también, otras previsibles y, sencillamente, catastróficas, y, sin dejar de mirarnos el ombligo, ha matado y mata a miles de personas todos los años en nuestro país -10.000 muertes por contaminación y 1.300 por calor, si cogemos la cifra más baja de los últimos años- De las catástrofes humanitarias que viene causando en el resto del mundo, mejor ni hablamos.
Pese a ello hasta los más pequeños intentos de hacer algo -para salvar vidas, como ahora- tiene una enorme oposición desde muchos sectores -recordemos recientemente Madrid Central- o cuando parecen tomarse medidas en serio son laxas, lentas, inoperantes, como en la citada Emergencia Climática y Ambiental, de hace dos meses de la que nadie se acuerda.
En definitiva, si no somos capaces de responder a las Emergencias proporcionalmente a su importancia, no sólo nuestras autoridades, sino nuestra sociedad, todo lo que hemos temido estos días: desabastecimiento, depresión económica, mortandades -así de crudo, así de real- están garantizadas y entonces -como ya se ha visto tenuemente estos días- será un auténtico "sálvese quien pueda"
A ver si fuéramos capaces de aprender un poquito de lo que está pasando.
La pandemia de coronavirus tiene consecuencias imprevisibles, sin duda, y, en el momento de escribir ésto, ha causado la muerte de unas doscientas personas en nuestro país, si bien empieza a controlarse donde se inició y se atisban vacunas y remedios. La degradación medioambiental y el cambio climático tiene consecuencias imprevisibles, también, otras previsibles y, sencillamente, catastróficas, y, sin dejar de mirarnos el ombligo, ha matado y mata a miles de personas todos los años en nuestro país -10.000 muertes por contaminación y 1.300 por calor, si cogemos la cifra más baja de los últimos años- De las catástrofes humanitarias que viene causando en el resto del mundo, mejor ni hablamos.
Pese a ello hasta los más pequeños intentos de hacer algo -para salvar vidas, como ahora- tiene una enorme oposición desde muchos sectores -recordemos recientemente Madrid Central- o cuando parecen tomarse medidas en serio son laxas, lentas, inoperantes, como en la citada Emergencia Climática y Ambiental, de hace dos meses de la que nadie se acuerda.
En definitiva, si no somos capaces de responder a las Emergencias proporcionalmente a su importancia, no sólo nuestras autoridades, sino nuestra sociedad, todo lo que hemos temido estos días: desabastecimiento, depresión económica, mortandades -así de crudo, así de real- están garantizadas y entonces -como ya se ha visto tenuemente estos días- será un auténtico "sálvese quien pueda"
A ver si fuéramos capaces de aprender un poquito de lo que está pasando.
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