Necesitamos, sin duda, saber lo más básico de este "fenómeno" que hemos creado para ir más allá: enfrentarlo, mitigarlo, adaptarnos a él... y refutar las mentiras que un sinfín de ignorantes y malvados nos cuentan, muchas veces con extraordinarios medios que les facilitan los más culpables y beneficiados de este desastre. Y digo esto aunque hace tiempo que me niego a debatir sobre el asunto -como sobre el holocausto judío o si Elvis Presley sigue vivo-: no hay nada que debatir, muchísimo que hacer y no hay dos opiniones, sino una evidencia científica y empírica indiscutible. Otra cosa es que no esté demás poner en su sitio de vez en cuando a quienes confunden programas o tribunas con barras de bar.
Así, es muy de agradecer la línea "didáctica" de este libro, parándose cuando es necesario para explicar detalles concretos, significados de asuntos confusos, siglas e instituciones e, incluso, enganchar con explicaciones que parecen anecdóticas pero son fundamentales -no, el deshielo del Ártico no sube el nivel del mar, porque el Ártico es sólo hielo, pero sí lo suben, y mucho, las masas congeladas sobre tierra firme, con las de la Antártida, Groenlandia o los glaciares. Viene bien saber porqué, pese a la existencia del cambio climático, puede haber olas de frío o "Filomenas", que la subida del nivel del mar o de las temperaturas no es en todas partes igual -o incluso en algunos sitios puede descender- pero, quizá sobre todo, sencilla y cercanamente explicado, que el cambio climático es descontrol, un poner patas arriba el clima que toma derroteros incontrolables, porque un mal alimenta otro mayor y la ola va creciendo sobre nosotras.
Y después de conocer viene el qué hacer para que esto no vaya a más -y queda claro que muchas cosas ya no tienen remedio-, y el qué hacer significa que aún se puede hacer algo... o que hay que hacer mucho para no ir a peor, porque las consecuencias de nuestra actividad de ahora mismo, y de décadas anteriores -sobre todo en nuestro mundo desarrollado- se quedará ahí para muchos muchos años.
Para mi gusto, digámoslo así, este libro tiene un pero que, a diferencia de lo que suelen hacer los pero, no lo invalida ni mucho menos. Pero, aunque la esperanza es necesaria -porque si no ¿para qué vamos a hacer nada?- y tiene su fundamento, se deja demasiado campo a las posibilidades que nos quedan, más aún cuando prácticamente hacemos poco o nada, o tanto como al contrario. Es duro, me consta, decir a la gente que lo hemos hecho muy mal, que por mucho que hagamos esto será catastrófico -pero, insisto, si seguimos igual... lo mismo hasta desaparecemos- pero los mensajes blancos, suaves, para que nadie se moleste, evidentemente no han servido de mucho hasta ahora y muchas veces dejar puertas abiertas sólo sirve para que nos sigamos dando plazos, como tanto les encanta a los habituales de las COP y del "hoy no, mañana".
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