domingo, 28 de mayo de 2023

El mundo del vino olvida que depende por completo de la naturaleza

Hace unas semanas se celebraba en Ciudad Real el mayor evento nacional sobre el vino, FENAVIN, Feria Nacional del Vino. Es obvio que, si toda producción y desarrollo económico está de una manera u otra ligada al medio ambiente, en el caso de un producto de la agricultura como el vino, cualquier problema que afecte a la naturaleza altera su cultivo, producción, comercialización y negocio. Esto debería ser más evidente aún en una situación como la actual de gravísima sequía, pero la Feria pareció transcurrir como si el vino del que se hablaba, con el que se negociaba o que se cataba no necesitara agua de manera imprescindible para existir.

Las noticias que podemos encontrar referidas a esta Feria hablan de récord de bodegas participantes, de 9.600 reuniones de negocio celebradas en muy pocos días, más de 66 millones de euros en ventas tras más de medio millón de contactos comerciales... La programación ofrecía, entre otros actos, un sinfín de interesantes conferencias y charlas:

Las actitudes de los consumidores de vino hacia la innovación y su implementación en las bodegas, La herramienta de apoyo a la exportación, Blockchain en la industria vitivinícola, ¿Qué interesa del vino español en los mercados internacionales?... 

Pero, ¿y sobre los graves problemas para abastecer a la agricultura y a la industria vitícola con agua, a los efectos cada vez más dañinos del calentamiento global sobre los viñedos, a la necesidad de modificar el modelo de producción para seguir celebrando más FENAVIN -desde las superficies de regadío o el traslado de viñedos a más altura, como en algunos casos se ha hecho-? Poco o nada. Encontramos una charla sobre Las huellas ambientales y los cambios en el comercio internacional del vino: retos y oportunidades que más parece ver la situación como una serie de trabas que hay que superar o a las que hay que adaptarse y que, incluso, pueden ser un "nicho de negocio":

"Hacen imprescindible que las bodegas tengan presente el vector ambiental y adecuen sus estrategias comerciales a este nuevo escenario, una disyuntiva que está llena de retos, pero que también genera nuevas oportunidades para ser competitivo en este complejo sector".

Además, que esta charla estuviera organizada por la gran patronal ASAJA, a la que le produce repelus lo que suena a ecologismo o lucha contra el cambio climático, acaba por decir el resto.

En las declaraciones de políticos ¿podríamos encontrar alguna sensibilidad respecto a la dependencia del sector de un medio ambiente "sano"? Leemos palabras del presidente de la Diputación Provincial sobre el sector y el evento, a ver qué tal:

"no queremos morir de éxito. Tenemos en Ciudad Real el impulso comercial más importante del mundo en torno al vino. Hemos dado un paso de gigante y nos hemos consolidado. Pero es imprescindible trabajar mucho para adaptarse a la realidad y estar cada vez en más países del mundo".

Pues no, aquí tampoco, todo se refiere a lo comercial y cuando se habla de adaptación no es al cambio climático, a la dura realidad hídrica... sino a los vaivenes de los mercados, la creciente competencia... Y esto dicho por una persona, José Manuel Caballero, que vive cada día la realidad de una provincia de acuíferos maltratados y una desertización que avanza desde el sur...

Para añadir más información, para quien lea esta entrada y, sobre todo, para todos los asistentes a esa feria y los políticos encantados con su éxito, viene perfecta la denuncia que, con motivo de FENAVIN, hacía Ecologistas en Acción y que ha "provocado" este artículo:

-en lo que va de siglo el viñedo de regadío ha multiplicado por más de 6 veces su superficie

-el viñedo en espaldera se ha más que duplicado en menos de diez años

-esta técnica va unida a un mayor consumo de agua, muchos riesgos para la fauna autóctona y mucha menor utilización de mano de obra -para quienes hablen de beneficios contra una España vaciada: vaciada de personas y de fauna...

-la huella hídrica puede suponer que para que bebamos una botella de vino de 3/4 de litros se han tenido que gastar 632 litros de agua

por citar algunos datos del artículo que hemos enlazado y recomendamos leer.

Y antes de la conclusión, una nota para quienes fían todo a un supuesto desarrollo económico y una mayor producción: pregunten a todas las bodegas que, por un  clima "benigno", han visto saturados de vino sus depósitos y han enfrentado vendimias teniendo casi que librarse de él para dejar hueco a una nueva sobreproducción. Por no hablar de la sistemática técnica de destilación del vino sobrante, o la "vendimia en verde", que destruye la posible producción vitícola, en ambos casos a costa del erario público, para mantener rentable un negocio donde se produce mucho más que se consume.

La conclusión es sencilla: con una ceguera sorprendente entre personas que viven en una tierra que conocen y que, sin duda, serán excelentes profesionales, se ignora la absoluta dependencia que la producción y comercialización de vino tiene respecto a un medio natural gravemente amenazado en un panorama que sólo puede ir a peor. No quieren ver, deslumbrados por cifras y beneficios temporales, ¿muriendo de éxito, quizás?, que todo su trabajo, sus canales de venta, sus inversiones, big data, y un largo etcétera -que incluye sus empleos y la vida digna en esta tierra- se puede ir completamente al garete con un poco más tiempo de esta sequía, los abrasadores calores o el enloquecido clima que hemos provocado y que si no hacen sostenible -en el término medioambiental de la palabra- sus negocios, el desastre está garantizado. Esto es, si se obcecan en no adaptar la producción vitícola a la realidad del terreno donde se asientan los viñedos -reducción de superficie de regadío, regadíos más eficientes, cultivos tradicionales, etc.- los días de FENAVIN -y todo lo que conlleva- están contados.


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