Una de las causas que
favorecen el deterioro medioambiental y que provocan una respuesta tan pasiva
de nuestra parte para frenarlo está en que no damos a muchas cosas, mayormente
pequeñas y aparentemente insignificantes, el valor que tienen.
Para ello se mezclan
peligrosamente esa costumbre tan humana de quedarnos tantas veces en lo
evidente, en no pensar ni movernos más allá de lo que tenemos delante y el
desconocimiento y la falta de comprensión de la naturaleza en la que vivimos.
Si conociéramos más
profundamente la naturaleza y como funciona entenderíamos que en ella nada es
insignificante, nada está por estar y cada cosa cumple una función.
Pero de resultas de esa
mezcla no es raro que, por ejemplo, digamos ¿qué importancia tiene una golondrina
más o menos, qué pasa por tirar una pequeña pila de reloj a la basura, se acaba
el mundo por no recoger del suelo unas bolitas de plástico...?
Una
golondrina puede cazar unas 850 moscas y mosquitos al día; como viven en
parejas, si las tenemos cerca, nos librarán de cerca de 2.000 insectos que, en