Hace unos años nos enteramos de que cada día comíamos notables cantidades de aceite de palma... aunque ni supiéramos lo que era, ni de donde procedía, ni los efectos que tenía para el planeta o nuestra salud. Uno de cada dos productos procesados que podemos comprar en el super para comer lo lleva, una proporción parecida corresponden en cosméticos y, concretamente en nuestro país, el 77% del agrodiésel procede del aceite de palma.
Y esto es así a nivel mundial por lo que la producción y consumo de aceite de palma -en sus innúmeras denominaciones, muchas creadas para que no nos enteremos de lo que comemos o compramos- se ha disparado, llevándose por delante inmensas extensiones de selvas y bosques, contaminando grandes superficies naturales con los agroquímicos que necesitan, provocando el desplazamiento de personas o radicales cambios en sus vidas y contribuyendo a grandes problemas del planeta y de quienes lo habitamos como el cambio climático, la desforestación o el empeoramiento de las condiciones sociolaborales.
Las periodistas del grupo de investigación Carro de combate se han pateado buena parte de los países donde el cultivo de palma más ha golpeado y nos ofrecen de primera mano un exhaustivo informe en este libro, con el rigor acostumbrado y viendo el asunto desde todos los puntos de vista.
La conclusión final no es agradable: no basta con no consumir aceite de palma mientras estemos cada vez más enganchados a los alimentos procesados. Si no es este aceite se necesitará otro y ninguno es bueno consumido masivamente. Tenemos que ir más allá, cambiar hábitos y exigir cambios con nuestro consumo.
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