Los títulos de Paul Roberts no dan para alegrías pero resultan mucho peores sabiendo que este periodista trabaja los temas que trata en profundidad, con rigor y completa independencia y nos podemos fiar de lo que cuenta.
A El fin del petróleo siguió El hambre que viene, un libro inquietante sobre una realidad objetiva: el sistema que ha producido más comida que en toda nuestra historia no puede durar siempre, entre otras cosas porque se ha sustentado en un consumo insostenible de recursos que lo tiene seriamente tocado mientras ha dañado gravemente el medio ambiente del que vivimos y pone cada vez más en jaque nuestra salud.
El actual sistema derrocha recursos que en muchos casos no se transforman en alimentos sino que se pudren en el campo, en los vertederos o en nuestros cubos de basura. Está controlado por pocos, que someten a productores y minoristas a su antojo y que en una competencia casi enloquecida necesitan precios cada vez más baratos que no nos pueden garantizar siempre la seguridad sanitaria de lo que comemos.
Mientras, muchas crisis sanitarias provienen de cómo producimos lo que comemos, convirtiendo a los animales en meros objetos industriales, la demanda no deja de crecer y los lugares de los que podemos alimentarnos son cada vez más escasos.
El hambre que viene no es el libro de un agorero sino la evidencia del callejón en el que nos vamos metiendo y que se va quedando con dos salidas, eso sí, o no tener alimentos suficientes o no poder pagarlos.
El resultado es igual de desalentador
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