La masiva llegada estos días de personas refugiadas a nuestro país, la mayor parte procedente del África subsahariana, nos pone sobre la mesa a la hora de comer o cenar el problema de la huida de miles de personas de sus lugares de origen, más aún que los cientos que han muerto tratando de llegar o los inhumanos comportamientos de gobiernos europeos y democráticos hacia ellos.
Ante lo inmediato, obviamente, se buscan soluciones inmediatas pero que puedan ser duraderas, ignorando, como se viene haciendo sistemáticamente, las causas, lo que condena al fracaso esas posibles soluciones.
La guerra, el hambre, la pobreza obligan a esas personas a huir y a arriesgar lo que les queda en el intento por llegar a Europa, sea por una puerta u otra -la que movimientos geopolíticos o de mercaderes de personas marquen. Detrás de todas esas causas, en mayor o menor medida, está el deterioro medioambiental, el cambio climático, la desertización... y el agotamiento y acaparamiento de recursos naturales.
Tendemos a asociar África con pobreza... y es así, en muchos casos, referido a sus habitantes aunque no a sus riquezas naturales. Como suelo decir, la R. D. del Congo es el paradigma de cómo la riqueza de un país sirve sobre todo para su desgracia. Y así ocurre en muchos otros países africanos.
Más aún, África se ha convertido en el lugar donde encontrar y acaparar todo lo que nuestro insostenible consumo -especialmente en nuestro primer mundo donde acuden todas esas personas o el de los países en vías de desarrollo- necesita para seguir funcionando como si no existieran límites. Países del norte compran sus tierras fértiles, barcos chinos, coreanos u holandeses sobreexplotan los caladeros de África occidental o se acapara su petróleo barato
Guerras civiles interminables se apoyan en materias primas que consumimos habitualmente -coltan para móviles, ordenadores, etc., uranio para la producción nuclear, cacao, etc. etc.- y cuando estos recursos pueden escapar del control de occidente, se interviene directa y "humanitariamente" como en Libia o Mali.
Puede ser duro admitir que nuestro desenfrenado consumo de recursos y de recursos baratos tiene mucho que ver con todas esas personas pero, a poco que se rasque en la superficie, resulta tan obvio como la relación entre estas huidas masivas y la explotación incontrolada e irracional que hacemos del medio ambiente, en general y muy especialmente en África.
No hay comentarios:
Publicar un comentario