Parece que se mueve algo en esto de frenar el deterioro medioambiental del planeta, más en concreto en lo referido al cambio climático -aunque todo va junto. La realidad hace ser muy escéptico, si se puede decir así, pero tampoco se trata de poner palos a una rueda que parece que se mueve algo.
En cualquier caso, vaya donde vaya este movimiento, no se puede permitir que se diluya o sólo sirva para "cumplir" por elevarse sobre los mismos errores de siempre. Es imprescindible tener algunas cosas muy claras, y decirlas claramente, si se quiere llegar a algo.
La Marea, en su número de septiembre-octubre publica un dossier sobre la llamada crisis climática que, además de por su calidad, merece destacarse porque deja algunas cosas muy claras y aporta ideas fundamentales para que esto "tire". Le dedicaré tres entradas en este blog -aún sabiendo que casi nadie lo va a leer- porque contiene artículos de subrayado casi continuo.
Por un lado el autor nos alerta de actitudes contraproducentes en las que es fácil caer:
-el catastrofismo, que califica tan malo como el negacionismo. Si está todo perdido, ¿para qué hacer nada? Es más, apunto, nos puede llevar incluso a liquidar lo que va quedando porque después no va a haber nada. Esto, claro, no quita decir las cosas como son.
-los plazos, esos que oímos de continuo... Nos quedan once años para evitar el desastre, con lo lejos que queda el 2030.
-la moda, que hace vestirse de verde a muchas empresas -a modo de fajas o postizos que disimulan el verdadero interior- y a mucha gente a calmar sus conciencias con un "me gusta" en facebook o firmar alguna petición sobre algo que no practican
-el desarrollo sostenible, que lejos de cambiar algo, parece apuntalar lo que hay, al tratar de demostrarnos que podemos seguir con el sistema de producción y consumo que tenemos si introducimos ciertos cambios.
Destaco, para acabar, cómo este artículo pone en evidencia uno de los mayores y más recientes "postureos" sobre medio ambiente: las declaraciones de emergencia climática.
Porque si fuese una emergencia, el día a día cambiaría de forma radical y repentina, y el hecho de que no lo haga es el mejor alimento para la percepción, que todos compartimos en algún recóndito rincón, de que "ojalá no sea para tanto". Porque si es una emergencia, lo es de verdad; declararla y no actuar en consecuencia es la forma más violenta y degradante de arrebatarle todo contenido y poder transformador. No cometamos el mismo error que hace tres décadas.
No se puede ser más claro y atinado.
Termino esta pequeña entrada con el poema de Antonio Machado que da título al artículo, que también lo dice todo:
Hoy es siempre todavía,
toda la vida es ahora.
Y ahora, ahora es el momento
de cumplir las promesas que nos hicimos.
Porque ayer no lo hicimos,
porque mañana es tarde.
Ahora