domingo, 7 de noviembre de 2021

Libros que se leen con una sola mano... Thanatia. Los límites minerales del planeta

Thanatia es nuestro planeta sin minas, sin combustibles, sin vida... Una situación a la que, sin alarmismos gratuitos, vamos camino de llegar más pronto que tarde.

Antonio y Alica Valero, padre e hija, ingenieros de la Universidad de Zaragoza llevan muchos años explicando lo que hacemos y a donde nos lleva a través de investigaciones, libros o charlas. En esta ocasión, el libro se ha planteado como una entrevista, lo que facilita mucho la comprensión de datos, explicaciones y tecnicismos, a lo que contribuyen los propios entrevistados con comparaciones muy atinadas y explicaciones claras.

Aunque en el fondo todo es muy sencillo: nuestra sociedad industrial se basa en una sociedad minera, esto es, un sistema de producción -a diferencia de sociedades cazadoras-recolectoras o agrarias tradicionales- basado en consumir -y consumir es destruir- materiales no renovables que, antes o después, llegarán a su fin. Y ante este hecho no son suficientes ni las llamadas energías renovables -que necesitan ingentes cantidades de materiales no renovables-, ni la actual transición energética -porque si no cambiamos el paradigma de consumo no tenemos bastante con los minerales disponibles, sean unos u otros- o la más moderna economía cíclica -no es posible, ni mucho menos, reciclar o reutilizar todo lo que producimos, mucho menos con las habituales aleaciones o mezclas imposibles de separar posteriormente.

Aunque se nos haya olvidado, vivimos dentro de la naturaleza, y ésta no es lineal, sino exponencial y -como hemos vivido en el caso de la pandemia- las consecuencias de lo que hacemos se nos pueden escapar de las manos casi de un día para otro. Hemos vivido, vivimos, como adolescentes que tienen muy lejos la vejez como para preverla y hemos ignorado que este planeta que habitamos es una nave espacial, fuera de la cual no hay nada -pese a las megalomanías de algunos.

Más que una transición energética necesitamos otra, material y ecológica, que reponga lo que hemos consumido con una agricultura que ha alterado el microbioma de la tierra y degradado enormes extensiones fértiles -ahora dependemos de las minas de fosfatos del Sáhara Occidental, cuando la materia orgánica nos proporciona el fósforo necesario para recoger cosechas, por ejemplo- y consumido los minerales de más calidad y más accesibles -quedan los peores y los más costosos de extraer.

No hay más cera que la que arde, no nos engañemos y espabilemos de una vez... si aún nos da tiempo.

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