domingo, 26 de enero de 2020

Apuntes para un libro vivo. Primeras sombras en una bonita transición

He de empezar por desdecirme y rebatir mi propio título, aunque no es más que una aclaración necesaria: esas "primeras sombras" en la bonita transición ecológica que nos suelen contar sólo son primeras en nuestro país y por su relevancia ante el gran público. A nivel mundial o sin la debida relevancia son muchas las sombras, como he relatado y relato, que oscurecen el futuro "verde" y "limpio" que desde tantos sectores -incluido el ecologista- se plantean.
Pero referida a esa transición "nacional" hacía las "energías limpias" y el coche eléctrico y "ecológico" -demasiadas comillas, demasiadas cosas que se cuentan a medias- esta semana ha saltado una de esas noticias que nos suelen poner cierto mal cuerpo y sembrar el resquemor: Marruecos reclama para sí aguas del Sahara Occidental -ese territorio que para la ONU es la última colonia africana y que Marruecos mangonea desde hace años como quiere con el visto bueno de Estados Unidos- Pero, se da el caso, de que esa misma reclamación también la ha hecho con anterioridad España. ¿Y por qué?

Por lo de siempre: bajo esas aguas, en las antiquísimas montañas submarinas conocidas como las "abuelas canarias", hay muchos minerales, sobre todo telurio, y también cobalto.
Aunque cuando comenzó el "boom" de la energía solar fotovoltáica nos contaron que se utilizaría para fabricarlas silicio y éste era el segundo elemento más abundante en la naturaleza -no habría problema, podríamos derrochar, incluso- el telurio se ha ido demostrando mas eficaz mientras la demanda de paneles solares se va disparando. Las "abuelas canarias" representan, de lejos, el mayor yacimiento del mundo de este mineral.
El cobalto, por su parte, además de para otras aplicaciones, es fundamental hoy en día para las baterías de los coches eléctricos, otro producto en fase "boom" con el argumento de ser alternativa para reducir el cambio climático.

Pero cualquier cambio, cualquier transición ecológica, medioambiental, energética... que no pase por el ahorro y la eficiencia y por cambiar radicalmente la manera en que consumimos y producimos será esclava de las limitaciones de recursos naturales que demandará de manera masiva y la disputa por estos estará, y está, servida, con consecuencias que se nos escapan y que raramente serán buenas.

sábado, 25 de enero de 2020

Apuntes para un libro vivo. La tentación nuclear

Obsesionados como estamos con el cambio climático y las emisiones de CO2 -que también conviene recordar que no son el único gas que produce el calentamiento global- buscamos cualquier alternativa que no lo emita y olvidamos toda la cantidad de problemas que la degradación medioambiental nos echa encima: contaminación, desertización, agotamiento de recursos...
Pese a que la energía nuclear no pasa por sus mejores momentos tras la perenne catástrofe de Fukushima -que ha llevado a algunos países a ir echando el cierre, radical o paulatinamente, o a hacerla inviable por el aumento de costes por las medidas de seguridad- cada vez aparece más, para algunos, como solución "porque no emite CO2, porque no contribuye al cambio climático" -algo que, también hay que repetir, no es enteramente cierto. Tanto es así, que no es extraño leer u oír alguna vez que la energía nuclear es limpia o, incluso, ecológica...

No voy a dedicar este pequeño espacio a abrir el controvertido debate sobre la energía nuclear pero sí a recordar a quienes se puedan ver tentados por la atracción de la energía nuclear como solución -si la hubiera- al cambio climático, incluso como fuente de energía "limpia" para los coches eléctricos, seguramente con su mejor intención... lo terrible y peligrosamente sucia que es la energía nuclear.
Y es así de peligrosa porque, ya sin ir más allá, guardamos en nuestro planeta enormes cantidades de residuos para los que lo único que podemos hacer es taparlos una y otra vez.

Por no alargar esta entrada -y para dar opción a quien quiera
ampliar el tema por su cuenta con algunos enlaces- hablemos simplemente del sarcófago de Chernóbil, que guarda muchísima más radiactividad de la que salió en su día, radiactividad que sigue saliendo pese a la astronómica cantidad de cemento que lo tapa -y que ya dio cuenta de buena parte del primer sarcófago, agrietándolo-. Pero claro, esto, más o menos, es conocido por todo el mundo.
En cambio, tenemos otras grandes "tumbas" radiactivas olvidadas -y prefiero no pensar en las que ni siquiera se conocen-... olvidadas incluso por sus responsables.

La isla de Runit, en el archipiélago de las Marshall, guarda todos los desechos de las pruebas -militares, en este caso- realizadas allí por Estados Unidos entre 1946 y 1958. En algunos lugares de esas islas se han detectado niveles de radiación

domingo, 19 de enero de 2020

Al hilo de... Alternativas para que no pare el petróleo

Como vengo repitiendo, ni todas las evidencias del mundo ni todas las catástrofes existentes o por existir van a evitar que se saque provecho al petróleo que queda, mientras ésto sea rentable.
(Un inciso para recordar algo que olvidamos a menudo: el petróleo tiene muchísimas aplicaciones en nuestra sociedad actual, más allá de lo relacionado con el transporte o la energía, en muchos casos difíciles de sustituir)

No cabe duda de que el mercado más importante del crudo lo tiene complicado: como combustible para mover coches y camiones. Pero como publica la revista Ballena Blanca a través de eldiario.es, las cabezas pensantes de las petroleras -las que en cualquier momento pueden patrocinar una cumbre climática o abanderar la lucha contra el cambio climático- ya están ideando nuevos nichos de negocio -o ampliar los existentes- sin importar que aumenten un gravísimo problema mundial y anime otro.
Los plásticos, más plásticos, claro, es el nuevo objetivo para seguir sacando petróleo y sacándole dinero.
Un 14% del consumo actual de petróleo es para fabricar la infinidad de plásticos que usamos a diario -que no son sólo bolsas o envases- y se prevé, al disminuir el uso de gasolinas y gasóleos, se convierta en la mitad, duplicándose en 20 años la producción de plásticos.

La fabricación de plásticos supone 900 millones de toneladas de CO2 y no podemos conformarnos con la trampa del reciclaje: un porcentaje elevado de esos plásticos -ya sabemos que muchos se convierten en basura y van a ríos y mares- simplemente acaba quemado, contaminando y emitiendo más CO2.
Pero, como cita detalladamente el enlace que pongo, eso no es óbice para que se esté maquinando un aumento exponencial de la fabricación y consumo de plásticos.
Si bien es indudable que muchos de esos plásticos son prácticos e, incluso, evitan males mayores según tenemos montado nuestro consumo, es fundamental, además de la coherencia ciudadana reduciendo su consumo -sabemos muchas maneras de hacerlo-, la regulación y prohibición de tantísimos plásticos inútiles por parte de las autoridades ... para empezar.
La llamada transición ecológica -que en el nuevo gobierno merece hasta una vicepresidencia- está llena de trampas y, como se dice en mi tierra, "si no es a la entrada, será a la salida", que sigamos consumiendo petróleo sin casi darnos cuenta.

domingo, 12 de enero de 2020

Al hilo de... Víctimas colaterales de nuestros actos

Los espantosos incendios de Australia, que finalmente se han colado en nuestros telediarios, están dejando claro a quien no lo supiera todavía que poco podemos hacer contra las fuerzas desatadas de la naturaleza, a pesar de los sabios y poderosos que seamos o creamos ser.


Como toda catástrofe, tiene unas víctimas colaterales, que sin tener ninguna culpa se llevan, muchas veces, las peores consecuencias. Con nuestro probado antropocentrismo ignoramos, al hablar de víctimas de los incendios a los millones -480 se ha dicho- de animales que han muerto hasta ahora abrasados por esas llamas -la mayoría, muy simpáticos cuando los vemos en la tele: koalas, canguros...
Estos incendios están relacionados con una terrible sequía y esa sequía la sufren, más que nadie, los australianos que no viven en las grandes urbes que nos suelen mostrar la televisión, donde gente rubia y perfecta, físicamente hablando, toma el sol en las playas de un país cerrado a todo lo foráneo -especies invasoras, lógicamente, y extranjeros... a pesar de ser un país de extranjeros. Los aborígenes sobreviven con esa sequía y les han salido unos competidores que se manejan muy bien en esas situaciones, hasta cierto punto: los camellos y dromedarios.

Desde que un inglés llevara unos cuantos conejos a finales del siglo XIX para entretenerse cazando, Australia conoce lo que es alterar los ecosistemas. Desde entonces no han logrado controlar la población de conejos -aunque la situación no es tan catastrófica como lo fue al principio- pese a que han probado casi todos los métodos. Uno de ellos fue traer zorros... lo que resultaba muy lógico en Inglaterra, pero no en un país poblado por presas más lentas con las que los zorros también vivieron una "explosión demográfica".
Los caballos salvajes también han sufrido "salvajes" purgas, muriendo a millares desde helicópteros.

Ahora les toca a 10.000 camellos y dromedarios, que le quitan el agua a los sedientos aborígenes. De todas formas, parece decir el Ministerio, se van a morir de sed... "en algunos casos los cadáveres de los animales han contaminado importantes fuentes de agua y zonas culturales", arguye éste mientras el encargado de matar a miles de estos animales explica que "atacarán" cuando estén bebiendo agua, porque así habrá manadas mucho más grandes. Se supone, entonces, que recogerán después los 10.000 cadáveres... o no.

Cuando descontrolamos a la naturaleza con nuestra torpeza y nuestra ignorancia todo se vuelve absurdo... Los incendios se vuelven incontrolables, el agua se agota y las soluciones -casi siempre contra quien no tiene ninguna culpa- muchas veces no sirven para nada o para complicar más el problema.
Si nos metemos con la naturaleza, como llevamos décadas haciendo, estamos perdidos.







lunes, 6 de enero de 2020

Al hilo de... Defendiendo la selva a muerte, literalmente

Las selvas del planeta están amenazadas desde tantos lados que parece mentira que sigan existiendo. A los incendios, provocados por la avaricia o por la degradación medioambiental, se unen las talas que las arrasan con diferentes objetivos: la madera en sí, terrenos para alimentar nuestro creciente consumo de carne o pastos con el mismo fin, los minerales que cubren...

El asesinato a finales del 2019 de un líder indígena brasileño evidenció una constante silenciosa, que no atrae focos y que es terrible: las personas que defienden la selva arriesgando sus vidas.
Amenazas de madereros o buscadores de oro, recompensas pagadas a cambio del asesinato de los líderes locales, violencia impune.
La organización Survival es de las pocas voces que nos cuentan esta realidad directamente relacionada con nuestro modo de vida insostenible y nuestra sociedad de consumo, recientemente de celebración plena y en la que muchas veces el Estado y sus medios brillan por su ausencia y no les queda otra a estos vigilantes que actuar por su cuenta, con sus medios y con sus vidas de parapeto.

Hidrógeno verde, una revolución que cambia poco

La primera vez que escribí en Raíz y Rama fue en 2020 y lo hice sobre el coche eléctrico, entonces y ahora uno de los baluartes de la tra...